Doña Camila.
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¿Por qué te has levantado de la mesa sin tomar el café? ¿Quieres que te lo haga
servir aquí?
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Carlos.
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No, tía, no. Me quita el sueño...
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Doña Camila.
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(Se sienta.)
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De un tiempo a esta parte te encuentro algo raro. ¿Qué tienes? ¿Estás
enfermo? Tú debías venirte a dormir aquí. Estarías mejor cuidado...
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Carlos.
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No es para tanto. Me siento un poco nervioso y nada más. Es que tengo una
gran preocupación...
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Doña Camila.
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¿Preocupaciones tú? Y ¿por qué?
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Carlos.
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¡Vaya una pregunta! ¿Lo que le dije esta tarde le parece poco?
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Doña Camila.
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¡Cómo! Pero... ¿hablas en serio, muchacho?
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Carlos.
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¡Ya lo creo!
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Doña Camila.
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Mira que voy a creer que has perdido el juicio...
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Carlos.
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¡Si lo que le digo es verdad! Don Lucas es "jettatore"...
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Doña Camila.
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Pero... ¿qué es eso de "jettatore"? Porque hasta ahora a todo lo
que me has venido diciendo no le encuentro pies ni cabeza...
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Carlos.
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¡Y, sin embargo, es muy sencillo! Los "jettatores" son hombres
como los demás, en apariencia; pero que hacen daño a la gente que anda
cerca de ellos... ¡Y no tiene vuelta! Si, por casualidad, conversa usted
con un "jettatore", al ratito no más le sucede una desgracia.
¿Recuerda usted cuando la sirvienta se rompió una pierna, bajando la
escalera del fondo? ¿Sabe usted por qué fue? ¡Acababa de servir un vaso de
agua a don Lucas!
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Doña Camila.
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¡Vaya, tú te has propuesto divertirte conmigo! ¿Cómo vas a hacerme creer en
una barbaridad semejante?
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Carlos.
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¿Barbaridad? ¡Cómo se conoce que usted no sospecha siquiera hasta dónde
llega el poder de esos hombres!... Vea ... ahí andaba en las cajas de
fósforos el retrato de un italiano que dicen que es
"jettatore"... Pues a todo el que se metía una caja en el
bolsillo.... ¡con seguridad lo atropellaba un tranvía o se lollevaba un
coche por delante! ¡Y eso que no era más que el retrato! ¡Figúrese usted lo
que será cuando se trate del individuo en persona!
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Doña Camila.
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¡Estás loco, loco de atar!
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Carlos.
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¡Pero si todo el mundo lo sabe! ¿O usted cree que es una novedad?
Pregúnteselo a quien quiera. Y le advierto que por el estilo los tiene
usted a montones... Hay otro, un maestro de música, ¡que es una cosa bárbara!
¡Ese... con sólo mirar una vez, es capaz de cortar el dulce de leche!
¡Había de ver cómo le dispara la gente! Los que lo conocen, desde lejos no
más ya empiezan a cuerpearle, y si lo encuentran de golpe y no tienen otra
salida, se bajan de la vereda como si pasara el presidente de la
República... Vea... este mismo don Lucas (cuernos) sin ir más lejos...
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Doña Camila.
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¿Por qué haces así con los dedos? ¿Qué nueva ridiculez es ésa?
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Carlos.
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Cuando se habla de "jettatores", tía, hay que hacer así. Es la
forma de contrarrestar el mal, de impedir que la "jettatura"
prenda. Eso, tocar fierro y decir "cus cus", es lo único eficaz
inventado hasta el presente...
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Doña Camila.
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¡Basta de majaderías! ¡Ya es demasiado!
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Carlos.
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Bueno, tía, yo no le digo más... Ya verá cómo con el tiempo se convence. Mientras
tanto vaya observando... Esos dolores de cabeza que siente usted a cada
rato, ¿a qué cree que se deben? ¡A las visitas de don Lucas, pues! Viene, la
mira, y, ¡zás! ¡dolor de cabeza a la fija!
(Doña
Camila se ríe.)
¡No
se ría! ¿No ha notado que el dolor se le produce siempre después de haber
hablado con él? ¡Fíjese y verá!
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Doña Camila.
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Lo que yo puedo decirte es que nunca me convencerás de que por puro gusto
va a causar daño don Lucas, ¡tan bueno como es él!...
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Carlos.
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¡Si es así, precisamente, donde está su confusión! Si no es por gusto que
hacen daño los "jettatores"... Y la mayor parte de las veces, ni
siquiera se dan cuenta de lo que son; lo hacen porque sí, porque para eso nacieron
y no lo pueden remediar... Un escritor francés cuenta la historia de uno
muy famoso que tuvo que arrancarse los ojos porque estaba matando a la
novia a fuerza de mirarla. ¡Qué quiere, tía! Son desgracias que manda Dios,
y contra lo que Dios manda nada se puede hacer...
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Doña Camila.
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¡No seas borrico! Es una herejía lo que estás diciendo, ¡y Dios te puede castigar!
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Carlos.
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¡Pero si es más conocido que la ruda! Y lo único que hay aquí de extraño es
que todavía no nos haya alcanzado a todos la influencia dañina de ese
hombre...
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Telón
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http://www.biblioteca.org.ar/libros/8749.pdf
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